martes, 23 de agosto de 2011

Portugal, ese pais de al lado.

No podía esperar más y no escribir algo sobre un país que nos vuelve loco, tanto a mi novia Ana como a mí, se trata de Portugal. País ubicado en un extremo de Europa, y durante años olvidado y arrinconado. Con los pasos de los años, Portugal se quito los complejos de encima y hoy en día puede presumir de ser uno de los países más bonitos y sus ciudades unas de las más acogedoras, y que decir de sus gentes, pocos son los que se han acercado a Portugal y no se hallan sentido como en casa.



OPORTO

Pocas ciudades en el mundo vi más románticas que Oporto, ni siquiera Venecia o Paris pueden comparársele. Su aire mestizo entre lo decadente y lo intelectual hacen de Oporto una ciudad cálida y amable. Callejuelas gobernadas por adoquines húmedos, aceras sombreadas entre edificios coloniales de color legumbre a medio derrumbar, balconadas gobernadas por ropa colgante al secar del viento…Viajar por las calles de Oporto es hacerlo por el interior de uno mismo. Considerado Patrimonio de la Humanidad desde los años ochenta deja muestra de ser una ciudad monumental. Me recuerda también mucho a La Habana, en ese desfile de edificios enormes semiruinosos entre calles de piso de piedra. Impresionante la Avenida del Ayuntamiento con ese toque señorial y que decir de la Rivera del Doiro, al atardecer y con el sol poniéndose en su desembocadura hace pensar en el rodaje de una película mientras el director da órdenes en un muelle de película. Impresionante también la vista de Oporto desde el otro lado del río Doiro, en el distrito de Gaias, con esa visión de unas casas encimas de otras entremezcladas con edificios reinantes religiosos y artísticos.
Pocas cosas relajan tanto como sentarse en las sillas de la Plaza de la Batalha y mirar el ir y devenir de gentes. No se puede marchar uno sin entrar en el Café Bar Java que gobierna el fondo de la plaza o acercarse hasta la estación de autobuses y contemplar sus impresionantes azulejos con imágenes, como la mayor parte los edificios históricos de la ciudad.

LISBOA
Tengo que decir una cosa, la causa por la que Florencia no me impresiono y no sufrí mi particular Síndrome de Stendhal fue porque anteriormente había descubierto Lisboa. Si Florencia posee la sobrevalorada Plaza de la Republica, Lisboa presume de la Plaza del Comercio, mas grande, mas colosal, mas brillante…Lisboa es todo lo contrario a Oporto, si la primera representa lo viejo, lo decadente, el romanticismo en estado puro, Lisboa se antepone en todo lo contrario, modernidad, efusividad, ritmo vertiginoso de gran ciudad.
En pocas ciudades se ha sabido compaginar tan bien lo antiguo y lo moderno sin apenas hacerse daño, respetando historia y recibir con los brazos abiertos el modernismo. Lisboa y sus innumerables plazas, avenidas y parques comulgan a la perfección con casas típicas lisboetas de color blanco y tejado rojo teja. Grandioso ver pasar por sus calles el tranvía de hace décadas como parte del espectáculo que ofrece Lisboa, los raíles y los adoquines en simbiosis perfecta. Es una bendición el mirar a ambos lados donde la imagen del paisaje vale más que mil palabras.
No se puede perder un paseo de principio a fin de la Avenida da Liberdade, ni el Cristo Redentor, ni La Torre de Belén….ufff y el Barrio de Alfama, perdido entre callejuelas estrechas con sonido de fado en una Lisboa vieja que resiste imponente el paso de los años y los turistas.

BRAGA

Braga es mi ciudad de Portugal preferida, la primera visión que tuve en mente cuando visite por primera vez Verona en Italia fue la de Braga, ciudades consonantes en diseño y comodidad, parejas en estructura y ambiente. Antes de adentrarse en ella, la zona nueva, con grandes avenidas, edificios altos y la modernidad exigente de la tercera ciudad más grande de Portugal. Pero una vez, que dejas el presente/futuro y penetras en su zona histórica, Braga es una ciudad de cuento de hadas, en donde en vez de duendes y caballeros, conviven portugueses norteños de piel blanca. Al primer vistazo Braga podría parecer una ciudad de un país nórdico del este de Europa. Jardines amplios, casas pequeñas unifamiliares y sobretodo un centro histórico perfectamente cuidado y lo que es más importante, casi todo peatonal, metros y metros de calles para el disfrute del caminante. Su Plaza de La Republica podría ser un cuadro de Rumbens del siglo XXI, fuente, jardín, ayuntamiento al fondo y al otro lado a lo lejos reinante el Bon Jesús y el Monasterio de Sameiro en lo alto de la montaña que gobierna Braga y desde donde se puede tener la mejor vista panorámica, custodiada entre sus enormes pináculos.
Ciudad mediana y moderna y a la vez cuidada y coqueta, con cada elemento por el que está formado colocado en su sitio, de las ciudades que ya no quedan en España, y encima esta tan cerca...pero a la vez tan lejos...pocos turistas españoles echan la vista atrás y se fijan en ella como uno de sus destinos predilectos, salvo mi novia Ana y yo, de la que Braga para nosotros es como Bremen para los cuatro músicos, una ciudad de encanto. Que siga por muchos años.

COIMBRA

Ciudad de curas y estudiantes, el retroceso y el progresismo, una vez más como pasa en la mayor parte de las ciudades de Portugal, el pasado y el futuro cabalgan sin atropellos. Controversia en estado puro.
Ciudad inclinada en la montaña, con su río como frontera de otro distrito y desde el cual se puede observar una de las visiones mas descriptivas de Coimbra. Esbelta, insultante hacia el cielo, rebosante de ideas y cultura. Su universidad en lo alto forma una de las imágenes mas bonitas que no nos brinda solo Coimbra, sino Portugal entero. Sus edificios, uno en frente otro, como si se tratasen de la acrópolis de Atenas, con miles de estudiantes que pueblan sus plazas, sus calles que conducen al centro de Coimbra. Ciudad decorada en sus aceras y calles por adoquín y empedrados que forman figuras. Mas que en ninguna otra de Portugal, Coimbra es la ciudad del suelo que se convierte en arte. Lugar de pequeñas plazas, de parques con fuentes misteriosas, calles inclinadas, laberintos de callejuelas resguardadas con mercadillos, cuestas interminables...
Al otro lado del río la Ciudad Dos Pequeninhos, nada del otro mundo, con más fama que otra cosa, en cambio en sus colinas se aposenta monasterios y seminarios que recuerdan mejores tiempos.
Mi novia Ana y yo nos alojamos en uno de los sitios mas entrañables que puede haber, el Hostal Kaninmanbo, presidido por una señora de figura débil pero de corazón fuerte.

GUIMARAES

Ciudad con encanto a poco tiempo en coche de Braga y de Oporto, situada en medio del recorrido de ambas. Proclamado patrimonio de la humanidad su centro histórico al ser considerada una de las menores ciudades medievales de Europa. Todo en su centro histórico en perfecto estado, limpio, cuidado para el disfrute del turista que invade Guimaraes en Semana Santa. Sus calles medievales peatonales se fusionan con iglesias y capillas de la época, balconadas en plazas céntricas que hace siglos fueron el centro neurálgico de la sociedad y del pueblo, hoy transformadas en terrazas y bares con olor a antiguo que conservan su ambiente histórico.
A las afueras, en lo alto de la montaña se aposentan uno de los mejores emplazamientos arqueológicos de todo Portugal, con castillo, capilla y un enorme palacio que hace sentir pequeño al visitante, y todo en el mismo sitio, a apenas unos metros unos de otros. También, como todo Guimaraes se conserva en prefecto estado. Estar en medio de todos estos resquicios arqueológicos es hacerlo en otro tiempo, la sensación de haber retrocedido es inevitable.
A parte de su centro histórico medieval, Guimaraes guarda encanto en todo el resto de la ciudad, con plazas adoquinadas formando figuras de colores que soportan parques y plazas larguísimas. Además de otra muralla que antiguamente resguardo toda la ciudad.
Sin duda Guimaraes es el ejemplo perfecto de un montón de épocas conviviendo entre si y que dejaron como legado innumerables edificios y elementos que hoy podemos disfrutar como si fuese un libro de historia abierto.

CHAVES

La primera vista que se tiene de Chaves antes de entrar en su centro histórico con el puente romano como único paso, es el de una ciudad que guarda un montón de historia y secretos en su interior. A pesar de ser una ciudad pequeña, se aprecia que cada reducto, cada lugar, cada esquina guarda una belleza sobrecogedora, y en gran medida viene dada por la mezcla de culturas e historia en la que esta empapada. Desde el imperio romano que la hizo ser una de las ciudades mas importantes del norte de la península ibérica y que dejaron como legado puentes arcaicos que soportan como nadie el paso del tiempo, ciudades romanas o piedras misteriosas, para luego pasar por la edad media y que como testigo queda una torre medieval de un castillo que sobrevive en las laderas de una muralla que en otros tiempos salvaguardo a la ciudad, hasta llegar a la universidad de hoy en día, símbolo de estudiantes y revolución.
Pero a parte de esto, Chaves es el Portugal profundo, el Portugal textil que se aprecia mas que en ningún otro lugar en ferias de calles interminables con centenares de puestos donde portugueses con micro en mano muestras sus precios increíbles a precio de rebaja en sabanas o colchas. Sin duda mi novia Ana y yo nos llevamos una satisfacción muy grande al descubrir una ciudad que no estaba en nuestros planes, y poder pasear por sus calles peatonales recién estrenadas entre edificios al más puro estilo portugués desde donde cuelgan balconadas multicolor que miran el pasar del río.

BRAGANÇA

Puede ser que la ciudad de Bragança a primera vista no guarde ninguna reliquia para el visitante, pero esta ciudad situada al norte Portugal, a escasa distancia con Galicia puede presumir de ser una de las más tranquilas y acogedoras de Portugal. Posee un castillo en lo alto de la montaña con una muralla rodeando la antigua ciudadela de Bragança, y todo en perfecto estado de conservación, tanto la torre, los muros y las decenas de casas que antiguamente formaban un reino. Desde este enclave se puede divisar una visión entera de Bragança, más moderna en la que confinan parques modernos con casas antiguas que bañan sus caras al río.
En el interior de la pequeña ciudad un centro histórico completo y bello, con iglesia, crucero, ayuntamiento y plaza y todo observado desde una esquina bordeada de calles de piedra y adoquín donde se enclava una cafetería situada en una caserón colonial abalconado.
Bragança es lugar de estudiantes y aunque parezca imposible, compagina este frenesí con la tranquilidad que invade la ciudad en fin de semana. Sin duda para ir unas pequeñas vacaciones y relajarse mientras uno divisa en lo alto de la montaña los muros de una muralla que antiguamente resguardo un pueblo lleno de vida e historia.

CASCAIS

Si estuviese vago, podría resumir en un adjetivo o frase todo lo que es la costa de Casais y Estoril: La costa azul de Portugal. Con esto, ya tendríamos descrito con suficiencia, todo lo que esta parte envuelve. Pero no me voy a quedar en una simple comparación, con una de las partes mas bonitas de Europa y del mundo. El paisaje que se recorre hasta llegar a esta ciudad que se situada en la misma punta de la nariz de Portugal es casi bucólico, sucesión de playas minúsculas con arena color tierra oscura, rocas al servicio de las olas, casas de verano relucientes al sol del atlántico y una carretera que sirve de itinerario para la vista.

Cascais no se parece en nada ninguna otra ciudad de Portugal, salvo su vecina Estoril, ambas construidas para el disfrute hace años de la Jet set portuguesa y española. Ciudad costera, ciudad de playa para turistas que aburrieron la costa del sol.

Cascais posee calles adornadas a ambos lados de enormes árboles que hacen sombra al viandante. Chalets y casas de verano de alto standing adornan las avenidas que hace pocos años se levantaron. El centro, su pueblo antiguo se encuentra perfectamente cuidado, viéndose los retoques que se le dieron es esta última época. Preciosa la vista de Cascais desde su pequeño pero elegante puerto, con caserones en forma de castillo sobrepuestos sobre acantilados de roca que guardan en sus faldas calas de arena blanca.

En el centro casitas minúsculas de una sola planta que fueron y son casas de viejos lobos de mar, hoy conectado con plazas de adoquín recién construidas y que guardan un toque antiguo para no romper la sintonía.

Grande es su vida en verano, miles de viajeros atraviesan sus estrechas y peatonales calles dirección a la playa mientras se paran en puestos ambulantes de minúsculos mercadillos y tiendas de suvenir. Mi novia Ana y yo pasamos en esta ciudad y en una pequeña cala en el centro de Cascais unas vacaciones maravillosas.

Cascais es una ciudad privilegiada y eso se puede apreciar en el brillo que reluce en todo el contorno adornado por el sol reluciente del atlántico.

AVEIRO

Está visto que muchas veces lo bueno se hace esperar, y en este caso con Aveiro ocurrió lo mismo. A pesa de pasar en numerables viajes por Portugal a escasos Kilómetros, nunca me había dador por para y verla. Esta vez, todo fue distinto, con un viaje programado con mi novia, nos decimos pasar dos días en una de las ciudades más bonitas y relajantes, no solo de Portugal, sino de Europa entera. Entrar en Aveiro, es hacerlo en una estructura arquitectónica distinta al del resto de ciudades de la península Ibérica, y todo subrayado mediante las lagunas y arenales que dan la bienvenida al viajero nada mas entrar en ella. Luego sus canales (que nadie espere encontrarse con otra Venecia) bien cuidados y que presiden las partes principales de la ciudad y de su zona vieja, sus puentes coloridos y adornados por flores en macetas colgantes mientras "góndolas" portuguesas surcan los canales. Precioso la zona peatonal del ayuntamiento, la catedral, el museo, las callejuelas estrechas confinadas a casas de planta baja de azulejo o colores vivos donde al final siempre suele haber una plaza. Y en la zona del canal principal un centro comercial colosal, que lejos de romper la estética de una ciudad tan distinta, le da el toque final y especial.

Pero mas bonito aun es su costa, con casitas de madera de colores que parecen haber salido de una película mágica de Tim Burton, y con su faro gigantes (el tercer faro mas grande del mundo) sujetando del cielo.

Si Aveiro presume de ser una luz clara, cuidada, blanca, relajante nada envía la noche, con canales alumbrados a la luz de farolas y casas colindantes.

Que nadie piense cuando va a Aveiro, que se va encontrar a otra Venecia, Ámsterdam o Brujas. Se encontraran con Aveiro, y eso ya es mas que suficiente.

VIANA DO CASTELO

Si me quedase con una imagen, nada mas entrar en Viana do Castelo es la de la combinación perfecta entre modernidad y lo clásico, salvo una aberración urbanista en forma de edifico de 12 plantas a la puerta de la zona antigua que espanta a todo el que le echa un vistazo, aunque este solo sea de reojo.

Llama la atención, lo cerca que esta todo lo que puede ofrecer esta ciudad. A la entrada un parque longitudinal que recorre toda la calle principal y separando a un lado, un puerto excelente, con barcos de crucero y algún que otro yate, seguido no muy de lejos de unas playas con pequeñas dunas que invitan al baño. Y al otro lado el final de la zona moderna para dar paso al corazón de Viana, tan señorial, artístico, cuidado y arquitectónico que se puede presenciar con solo dar un paseo largo por sus calles empedradas y largas, que guardan iglesias y edificios regios.

Pero si hay un lugar que mejor resume la esencia de Viana, esa es la plaza del ayuntamiento, en el centro de la neurosis peatonal, donde todas las calles antiguas van a desembocar, para dejar paso al viajero y que se pierda en su centro, que sin ser muy grande ofrece mucho a la vista.

Pero Viana, no son solo plazas, innumerables calles estrechas y algunas anchas antiguas. Basta con alzar la vista y ver en lo alto del monte una iglesia descomunal, con forma de templete gigante, la iglesia de Santa Lucia, que si ya impone desde la parte baja de Viana, una vez arriba, basta con echar un vistazo a las vistas que allí se divisan, y que, a aunque uno no sea creyente, puede encontrar la paz interior que uno siente cuando se está en Viana do Castelo.

PONTE LIMA

Sera injusto, para describir Ponte lima, solo quedarme con su impresionante puente de piedra quraviesa el río, y dedicarme a describir su preciosa iglesia al más puro estilo artístico, mas parecido a algún país del este de Europa.

Cabe decir, que el descubrimiento de Ponte Lima fue mas que asombroso y en gran medida porque iba con la idea en mi cabeza de que me encontraría con un pueblo pequeño y con solo dos o tres cosas interesantes que ver, lejos de eso, lo que encontré fue un pueblo perfectamente cuidado, el que mas de todo Portugal sin ninguna duda. Lleno de vida, sus calles parecen rebosar de pasos de personas. Plazas de tamaño medio y custodiadas por edificios coloniales, culturales, arquitectónicos, que parecen no tener más de un año de vida a pesar de soportar sobre sus cuidadísimas y limpias piedras varios decenios encima.

Cada calle, cada callejuela, cada rincón guarda un secreto al viajero. Cualquier cosa, desde los residenciales hasta los bares donde rebosa el vino verde, guardan sintonía con todo que hay alrededor. Venditos ojos fueron los que imaginaron una nueva vida para un pueblo antiguo y viejo. Los ojos nunca descansan, pues a cada paso parece topar con algo nuevo y rustico que atrae la vista.

Balcones, plazoletas, iglesias, casa señoriales, parques, riberas de ríos...y todo en un pueblo que bien podría ser un distrito de cualquier cuidad de Portugal.

Ponte lima fue tierra de Celtas y romanos, de señores feudales y de revueltas irmandiñas. Hoy es tierra de todos, por conservar tan vivo su legado.

Cuenta la leyenda que cuando el escritor Stendhal entro en la Santa Croce de Florencia padeció una serie de mareos, pues sus ojos no podían captar todo lo que tenía que ver de una mirada, si hoy se pasase por Ponte Lima, seguro que el mareo acabaría en desmayo.

AMARANTE

Adentrase en Amarante, es hacerlo en tierra de vino al sur de Portugal. Situada en un valle, rodeada de montañas y resguardada al caudal del Río Tamega, la visión de la ciudad a ambos lados del puente de São Gonzalo, es estremecedora en cuanto a tranquilidad y sosiego. Omnipresente, se forja en el mismo lugar, el monasterio del mismo nombre que su puente, a un lado de la orilla y al otro, con la mima fuerza, posicionado esbelto en color amarrillo la Casa da Calçada, anteriormente, palacio de nobles y reyes. Toda esta vista, no tendría la misma fuerza, sin la plaza central que lo une todo, con adoquín portugués, brillando a la par de enormes casas coloniales del siglo XVIII. Si el río forma la fortificación de los edificios mas característicos de Amarante, el interior de la ciudad, invita a una no menos lujosa vista. Calles estrechas semi peatonales, resguardadas por casitas en forma de chalet unifamiliar, con grandes balcones de madera, pintados al color de cada casa. Mas calles, mas casitas balconadas, mas plazas pequeñas que llevan o son destino de mas callejuelas. Todo en un palmo de terreno que se descubre en un abrir y cerrar de ojos. Amarante es una pequeña ciudad que invita al sosiego, a la tranquilidad, a paseos lentos entre callejuelas, que algún día guardaron secretos religiosos y todo, presidido por el imponente río Tamega, con sus orillas plagadas de arte y arquitectura histórica de hace unos siglos. Bien se puede ver Amarante en una mañana o incluso antes, pero la sensación que deja al visitante, por suerte, no se va tan rápido.

BARCELOS

Cuando uno entra por primera vez en Barcelos y solo divisa el monasterio medio derruido con su iglesia al lado del río y que es presidido por un puente antiguo, pensara que es lo único y poco que tiene que ver esta ciudad. Pero si uno, se va adentrando sin darse cuenta en las callejuelas peatonales y a veces, más anchas de lo normal, se dará cuenta, que lo mucho que le queda por ver, está a punto de aparecerse en frente. Estas calles peatonales, resguardadas por las típicas casa portuguesas, pero con una altura considerable, solo es la antesala al centro de la urbe.

Un centro, coronado por una plaza abierta como pocas de Portugal, en cuyo vértice más transitado, se enclava la iglesia circular de Bom Jesús Da Cruz, acompañada de arcos de dos siglos de antigüedad, que resguardan fuentes junto a torreones, de lo que alguna vez fue un castillo. Casas de varios pisos de altura dejan entrever que la típica casa pequeña colonial de dos plantas como máximo en Barcelos fue borrada del mapa.
Jardines enormes surcan la plaza central y mezclan el verde por el gris del adoquín en una simbiosis perfecta.
Que decir de los gallos, símbolo de Portugal, decenas de figuras de mas de dos metro y en medio de alto en forma de gallos, decoran cada esquina y cada plaza en temáticas de colores tan distintos, como pasteles dulces, son expuestos en el cristal de las confiterías.
Barcelos, ciudad pequeña, con grandes espacios abiertos, con jardines que continúan al terminar de otro, calles típicas adoquinadas con casas esbeltas, señoriales y enormes.
Pero si hay una imagen de Barcelos, esa es la de la claridad de toda la ciudad, la sensación de espacio arduo que comen las plazas, eso si, con el gallo de Barcelos presidiendo cada esquina, donde los turistas sacan una y mil fotos al olor de las flores de los jardines.

VILA NOVA DE CERVEIRA

Ya desde los barrios periféricos de V.N. Cerveira, uno puede apreciar que la tranquilad y el cuidado de la cuidad van cogidos de las manos. Con sus barrios modernos de la periferia abarrotados de chalets y casitas de colores claros con jardín dan la bienvenida al viajero, causando una sensación de bienestar que invade todo el cuerpo. A los pocos metros el casco histórico, que si bien no es muy grande, el cuidado con que esta tratado y las recientes obras de rehabilitación de su plaza principal sacan del viajero una sonrisa, con la idea de quedarse a vivir allí para siempre y escapar del caos de las grandes ciudades. Vila Nova de Cerveira, son plazas adoquinadas de piedra clara donde se amontonan terrazas para degustar buena cerveza portuguesa, calles estrechas con casitas clásicas portuguesas, encabezadas en sus tejados con grandes pináculos de piedra, que evacuan el agua sobrante de sus canalones de acero en días de lluvia.

También es fortaleza, que rige en su parte central y resguarda el rio Miño a un lado y donde en su interior se expone el arte de muchos artistas portugueses que en otro lugar no tendrían ni voz ni voto. V.N Cerverira es además arquitectura religiosa con su gran iglesia presidiendo el lugar más emblemático entre la fortaleza y la plaza. Visitar esta ciudad es visitar la tranquilidad, el sosiego, el color claro de su casco histórico restaurado. Lugar donde hace tiempo moro en sus montañas cercanas el ciervo, animal que huye de toda clase de ruido y bullicio. Cerveira, un lugar para descansar.


VILA REAL

Nada mas llegar a Vila Real, sin quererlo, la vista del viajero se vuelve hacia las montañas que resguardan la ciudad, en la que el valle sobre el que se asienta es parte del bucólico lugar, una vez más, cuando la vista se centran en la ciudad de Vila Real, la impresión a primera vista es la de una oasis de vida  en medio de las enormes montañas y en cierto modo es así. Vila Real congrega la mayor cantidad de población de la zona, que sin ser muy numerosa como otras grandes ciudades, por sus aceras adoquinadas pasan multitud de gentío, casi toda, en dirección a la gran plaza, donde transcurre la mayor parte del ajetreo de esta villa. Quizás Vila Real no tenga tantos elementos artísticos como Braga, Guimaraes o Ponte Lima, pero cuando se van pasando calles, en cada esquina hay algún elemento que  llama la atención al objetivo de la cámara. Cabe destacar su impresionante plaza, en cuyo final un edificio señorial con enormes escaleras se convierte el mejor de los miradores imprevisto, su visión desde ese lugar es el mejor que se puede conseguir de la ciudad y desde el cual, se ve una iglesia recta y colonial que no es  mas que la Iglesia de São Domingo o Catedral, que parte en dos la plaza y el proseguir de su avenida más importante.
También hay que destacar otra de las iglesias más importantes de Vila Real, la Iglesia dos Clérigos, edificio de formas curvas y que uno descubre después de serpentear por sus calles estrechas flanqueadas por casas de galerías de colores.
Quizás el elemento más importante de Vila Real no sea un edifico, ni una plaza, ni siquiera una iglesia, de lo que más orgullos se sienten los vilarealenses es de un crucero de piedra situado en una plaza minúscula en pleno centro y que se conoce como Picota de Vila Real
Cabe destacar el edificio del ayuntamiento en la misma zona de la gran plaza, el palacio de Mateus a unos pocos kilómetros de la ciudad y que sin duda merece la pena ver.
Vila Real, representa el bullicio en medio de unas montañas vertiginosas, Vila Real es sinónimo de vida en medio de la tranquilidad.

VALENÇA DO MINHO
Nada más pasar el puente de hierro que construyó Eiffel viniendo de la localidad gallega de Tuy, uno se encuentra enfrente con esta amurallada ciudad. Valença do Miño permanece sitiada por sus gruesas murallas a la ladera del rio Miño, recordando los tiempos en lo que tener una fortaleza en la desembocadura de un rio era algo tan necesario como el pan y el agua para sobrevivir.
Entrar en las gruesas murallas de esta ciudad fortaleza, es retroceder el recuerdo unos cuantos siglos atrás, reforzada esta idea con la visión del típico pueblo medieval que tantas veces hemos visto en otros países, pero que sin embargo en esta ciudad, se supo sacarle el doble de provecho, ya que la mayor parte de las casas que flanquean sus calles adoquinadas, poseen tiendas y mercados, donde se puede comprar textil, elementos forjados en hierro y sus dos buques insignia, las sabanas y las toallas. Valença do Minho, aparte de ser la ciudad de las murallas, bien podrían renombrarla como la ciudad del algodón, por toda la muchedumbre que se desplaza desde España y que llena esta amplia fortaleza los fines de semana para comprar todo lo imaginable en textil.
Sus calles, recientemente reformadas, el alboroto de los comercios, sus iglesias, sus fuentes y sus plazas llenas de terrazas y restaurantes donde concluyen callejuelas, son una imagen que se queda en la retina del viajero, como el de ver España al otro lado del rio Miño desde lo alto de la colina que forma las murallas.